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Hombre hablando por móvil con lenguaje de signos

La sociedad del espectáculo mediático: de la TV a la digitalización

Ezequiel Passeron 

Director de Educomunicación de la ONG Faro Digital

¿Qué es lo que hace que tengamos ganas de tomar una foto a ese plato de comida y publicarlo en nuestra red social favorita?, ¿por qué tenemos ese impulso de chequear la aplicación para ver qué publicaron las personas a las que sigo?, ¿de qué manera nos relacionamos con lo mediático, y de qué forma inciden estos procesos en nuestros gustos, deseos, aspiraciones o formas de ser?

 

Cuando el filósofo Guy Debord publicó su libro “La sociedad del espectáculo” en 1967 no se preocupó tanto por especificar en qué momento preciso comenzó este proceso, sino más bien en hacer hincapié en la mutación histórica que generó: un nuevo modo de vida basado en la visibilidad. Esto es, una sociedad en donde lo central son las imágenes, la representación, y que incide en nuestra forma de ver y entender el mundo que nos rodea. ¿Si te vas de viaje en familia y no lo registras mediante una imagen, foto o vídeo, realmente fuiste a ese viaje?

Viaje

Las tecnologías son históricas

Los medios de comunicación de masas, con la TV a la cabeza, comenzaron a transformar los valores centrales de la sociedad. Cada tecnología trae consigo ciertos valores, proponen determinados modos de vida, habilitan determinadas prácticas, y por tanto inciden en la forma en que tendemos a crear sentido del mundo en el que vivimos.

 

El escritor Alessandro Baricco advierte que la llamada revolución digital no es tal, sino más bien un efecto de una revolución mental previa, que tiene como consecuencia a las tecnologías digitales y artificiales características del siglo XXI.

 

Es así como podemos observar que verdaderamente se cumplió la previsión de Andy Warhol de que cada persona tendría la posibilidad de tener sus “quince minutos de fama”. O bien las palabras de Walter Benjamin respecto al “derecho a ser filmados”. La diferencia quizás radica en que no se daría bajo el paradigma del broadcasting típico de la TV, en donde uno o alguien emite imágenes y muchos reciben; sino más bien en un contexto de democratización de los medios, en donde todas las personas con acceso podemos emitir y ser filmados por otros para que nuestros cuerpos sean exhibidos a través de pantallas digitales. ¿Qué consecuencias generan estos procesos relacionales con los medios en nuestras vidas?

RRSS

La antropóloga Paula Sibilia utilizó el concepto de “extimidad” para referirse a situaciones de la vida íntima que nacieron para ser publicadas en plataformas. Cabe entonces preguntarse, ¿cuánto de lo que hacemos en nuestra vida diaria tiene un fin en sí mismo, y cuánto de lo que hacemos tiene como fin que otras personas lo vean?

Promoviendo el uso responsable de las pantalla

Ahora bien, más allá de esta reflexión que busca recalcar la importancia de relacionarnos de manera responsable y consciente con las imágenes que nos rodean, ponemos el énfasis en la necesidad de crear nuevas preguntas, pensamientos y estrategias de cuidado y promoción de derechos de niños, niñas y jóvenes, en el contexto de una sociedad altamente tecnificada y en donde los mensajes y contenidos que se consumen a diario afectan a sus vidas.

 

Las infancias y juventudes comienzan a utilizar las pantallas digitales a edades cada vez más tempranas. Desde los dispositivos móviles les aparecen imágenes mediáticas que lejos están de ser simplemente entretenimiento u ocio. 

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Emergen así problemáticas como la desinformación, fenómeno conocido por las fake news, pero que va más allá de estas. Por un lado, nos alejan de la diferencia (una clave para la convivencia social, la tolerancia y el respeto). Por otro, refuerzan nuestros sesgos cognitivos, fijándonos en nuestros gustos y preferencias pasadas y sin tanta posibilidad de aprender algo nuevo. Pero que también, en el último tiempo, diseminan mensajes por parte de influencers o personalidades conocidas que promocionan discursos para obtener “dinero fácil” (en lo que terminan siendo estafas piramidales, juegos de azar o apuestas online) o bien consejos de cuidados de la piel (con consecuencias como la cosmeticorexia) o de la salud mental, que se impregnan en los imaginarios de niños, niñas y jóvenes. ¿Cómo cuidarles ante un mundo de la imagen que promete el éxito rápido y sin esfuerzo o que plantea que pueden tener cuerpos ideales y hegemónicos comprando determinados productos?

 

Como recomendaciones finales podemos decir que niños, niñas y jóvenes necesitan ser escuchados, ya que sus trayectorias en los territorios digitales suelen darse en soledad. Por tanto, requieren que sus adultos de confianza les cuiden, desde la escucha genuina y el diálogo en común en vías de reflexionar sobre las implicaciones, pensamientos y emociones de vivir en una sociedad cada vez más artificial.