No dejemos de entender por qué cantan los pájaros enjaulados

Si te pido que imagines a una joven estadounidense de 1969, es probable que en tu mente aparezcan imágenes de Doris Day o Betty Draper: pelo ahuecado, cárdigan celeste, perlas en el cuello y sin más preocupación que preparar un buen estofado para su marido. Ahora intenta imaginar lo que pudo suponer para este tipo de mujer leer “Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado”, la autobiografía de Maya Angelou que se publicó ese año.

Por primera vez, gracias a la maestría de la escritora de Arkansas, pudieron comprender lo que significaba crecer siendo víctima del racismo, el abuso y la pobreza. La historia de una niña decidida a reivindicar su lugar en el mundo abrió los ojos a una parte de la sociedad que ignoraba, o elegía ignorar, cómo se vivía más allá de los impecables suburbios blancos.  Muchas describieron la lectura como “una experiencia transformadora”.

Han pasado más de 50 años y el libro no ha dejado de estar en la lista de los más vendidos. Se ha traducido a numerosos idiomas y es, además, lectura obligatoria en infinidad de escuelas e institutos, donde se utiliza para discutir sobre racismo, desigualdad, feminismo y prejuicios.

Todo comenzó el cuatro de abril de 1968, el día que Maya cumplió 40 años. A las 18:01 horas, Martin Luther King murió asesinado. Este fue un duro golpe para la escritora, quien dedicaba gran parte de su vida al activismo y ya había sufrido la pérdida de su amigo Malcolm X. La muerte de King la sumió en una profunda depresión. El escritor James Baldwin, preocupado por ella, la invitó a cenar a casa de unos conocidos. Allí surgió la idea de hablar con Robert Loomis, editor en Random House, para que Maya publicara la historia de su vida. Angelou no lo tenía nada claro. “El activismo y la política son esenciales”, le explicó Baldwin. “Pero nada cambiará a las personas como leer tu propio relato”.

Baldwin, al que Maya consideraba su mentor, amaba los libros por encima de todo. Aseguraba que lo más importante en la vida es entender que aquello que nos atormenta también nos conecta con todos los seres humanos, una lección que había aprendido leyendo a Dickens y a Dostoyevski.

Los poderes mágicos de las novelas

Las novelas tienen dos poderes mágicos: el primero y más importante, es la oportunidad que nos dan de entrar en vidas ajenas y conocerlas en la intimidad. Esto ejercita nuestra empatía y mejora nuestra forma de relacionarnos con los demás.

Un estudio realizado por el laboratorio de neurociencias de la Universidad de Princeton, liderado por la psicóloga Diana Tamir, demostró que las personas que leen ficción desarrollan una mejor cognición social. Usando escáneres cerebrales, encontraron que, durante la lectura de una novela, hay más actividad en las partes de la red neuronal involucradas en comprender lo que otras personas piensan.  Las novelas son, en ese sentido, como simuladores de vuelo para pilotos. Nos permiten practicar nuestras habilidades sociales y abrazar distintos puntos de vista antes de interactuar con los demás. Cuando lo hacemos, contamos con horas de práctica que facilitan cualquier viaje, aunque se presente con turbulencias.

El segundo poder de la ficción es que, paradójicamente, cuantas más vidas conocemos a través de la lectura, más reconectamos con nuestro propio mundo interior. Enamorarse de personajes complejos, como Anna Karenina, Emma Woodhouse o Marianne Sheridan, nos lleva a entender nuestras sombras y nos ayuda a abrazar aquello que nos hace sentir más vulnerables.  Y esto, en un mundo dominado por las redes sociales, donde solo encontramos perfección, tiene un efecto liberador.

Estamos inundados de datos e información, pero cada vez dedicamos menos tiempo a las historias. Ahora que la tecnología permite conectarnos con cualquier ser humano, hemos abandonado la mejor herramienta que tenemos para acercarnos a otras vidas desde la empatía y la curiosidad.

Elegimos la polarización del mundo de los tuits, donde todo es blanco o negro, sobre la complejidad de una novela, donde brillan infinitos matices de gris. Quizás a esto se refería Juan Gabriel Vásquez cuando dijo: “hay una relación directa entre el lugar que ocupa la ficción en una sociedad y la salud de su democracia”.

“Piensas que tu dolor y tu desamor son algo sin precedentes en la historia del mundo, pero luego lees”, escribió Baldwin. Nos rodean infinidad de pájaros enjaulados: no dejemos nunca de preguntarnos por qué siguen cantando.

Nuria Pérez es escritora. Si quieres conocer más sobre su primera novela ‘No tocarás’, editada por Salamandra, revive la presentación aquí en una conversación en Espacio Fundación Telefónica junto al escritor Ray Loriga.

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