Carlos González Tardón
Todos los años, una vez pasadas las navidades, nos encontramos con que los menores han recibido varios videojuegos, pero con el paso de los días o semanas cada vez los usan menos hasta acabar con el juego “de siempre”. Ese al que le dedican la mayor parte del tiempo del que disponen para usar videojuegos, su Fortnite, Fifa, Clash Royale, etc.
Al ver que nuestro hija o hijo deja que el polvo se le acumule al resto, nos asalta la duda de si es bueno que use tanto sólo un videojuego, ¿estará obsesionado?
En este artículo trataremos de explicar la relación emocional que se produce, es decir, los tipos de apego que tienen nuestros menores con sus videojuegos y qué significa en cada caso.
El apego es una vinculación emocional intensa que nos da la relación con otros que son importantes para nosotros. El apego se basa en la interacción y tiene como principal característica la sensación de seguridad y de disponibilidad de acceso en momentos complicados.
Este tipo de relación, que en un principio se pensaba que sólo podía desarrollarse con otras personas, ahora se ha visto ampliado a las mascotas, juguetes, y es bastante probable que a ciertos videojuegos.
Los videojuegos proveen una situación interactiva muy clara y una disponibilidad absoluta. Diversos estudios han demostrado que los videojuegos son una herramienta de regulación emocional y de cobijo en situaciones adversas. Por ejemplo, se están usando en unidades de grandes quemados para la disminución del dolor y el sufrimiento emocional, lo que lleva a evitar el uso de medicamentos más fuertes. Esto se produce porque los videojuegos están diseñados para reconfortarnos, hacernos sentir seguros, poderosos y valiosos y desencadenar otra serie de emociones positivas, por lo que bien usados equilibran nuestro estado emocional.
El apego se presenta de diversas formas y algunas más saludables que otras. La técnica usada para descubrir qué tipo de apego se ha desarrollado se denomina situación extraña, que básicamente es poner al menor en un espacio no conocido quitando su figura de apego para ver su reacción.
Este tipo de situaciones extrañas, pasadas a nuestro caso, serían el momento en el que el jugador, por algún motivo, no puede usar o acceder a su videojuego favorito, por ejemplo, porque está castigado, se va de vacaciones o se le estropea la consola, y qué es lo que ocurre cuando vuelve a jugarlo.
El grado, intensidad y comportamiento del jugador nos indicará lo “saludable” de su relación con él y si nos debemos preocupar o no por ello.
Aunque tiene acceso a su videojuego favorito suele probar otros juegos y diversifica. Cuando no puede acceder al que más juega, está incómodo durante un tiempo, pero se le pasa rápido. Al volver a jugar al preferente lo hace sin ansiedad, pero con alegría. Es el apego más saludable de todos y el que hay que tratar de conseguir que tengan nuestros menores.
Ya no juega a su antiguo videojuego favorito a menos que esté en situaciones de inestabilidad emocional. Habitualmente es producto de haber tenido una relación poco saludable con el juego y por eso trata de evitarlo para no “recaer”. Cuando se produce una situación complicada o de estrés, hace un uso intenso hasta que recupera el equilibrio, momento en el que lo vuelve a abandonar. En el caso de que no pueda acceder al juego, le genera gran malestar. Un marcador de este tipo de apego es cuando habla del uso de ese videojuego con cierta vergüenza.
Usa prácticamente en exclusiva un videojuego rechazando las demás opciones. Se pone muy nervioso cuando no puede acceder a él y cuando puede volver a jugar se produce una situación de mucha intensidad emocional y sesiones muy largas de uso. Puede llevar a cierta dependencia hacia el juego, ya que se puede considerar una necesidad.
Relación emocional de ambivalencia constante, en el que por un lado trata de evitar el videojuego, pero también lo desea con gran intensidad. Por así explicarlo, es cuando se produce a la vez un apego evitativo y ansioso. Es la relación menos saludable, ya que el juego, en vez de regular emocionalmente, lo que hace es desestabilizar.
Lo más importante en estas situaciones es encontrar el motivo por el que el apego no es el adecuado, ni en intensidad ni en emocionalidad. Es importante señalar que algunas veces, la forma de uso de los videojuegos esconde otras cosas más profundas e importantes y puede ayudarnos a detectarlas.
Es fundamental hablar con los menores de su situación y contextualizar su relación con el videojuego, tratando de que diversifique su ocio lo máximo posible.
Una buena forma de conseguirlo es jugar con ellos y compartir su ocio, de esa manera podemos ver qué les aporta el videojuego y también transferir el sustento emocional que le provee hacia nosotros, ya que, en el fondo, somos la principal figura de apego para ellos, aunque a veces no nos sintamos así.