Si comparamos el clásico Ping Pong con el último título de la saga Call of Duty, veremos muchas diferencias. Gráficos que imitan la realidad, un argumento de cierta complejidad más propio de Hollywood, escenarios interminables repletos de detalles… El videojuego ha evolucionado en muchos sentidos a lo largo de los años, y también lo ha hecho en su modelo de negocio.
Tiempo atrás, comprabas un videojuego y podías jugarlo para siempre. En la actualidad, puedes jugar a juegos gratis, adquirir juegos de pago, optar por el formato físico o el digital, comprar un juego y luego añadirle más contenido pagando por ese contenido adicional… Los micropagos se han convertido en un elemento recurrente en los videojuegos. Primero en los dispositivos móviles. Pero hoy los encontramos en todas las plataformas de juego.
Los micropagos son un modelo de negocio que consiste en ofrecer elementos virtuales para el jugador. Para adquirirlos, este debe pagar con dinero real. En ocasiones, ese dinero real sirve para adquirir dinero virtual necesario para comprar trajes, personajes, movimientos especiales, etc. Juegos como Fortnite, League of Legends o FIFA encabezan las listas de ingresos en videojuegos gracias a este sistema. Pero también los encontramos en smartphones, con ejemplos como Candy Crush Saga o Pokémon GO.
Micropagos y niños es una combinación peligrosa. Principalmente porque a ciertas edades, la educación financiera recibida es poca o insuficiente, el autocontrol es menor que en el caso de los adultos y los micropagos han sido diseñados para ser muy atractivos. Eso sin mencionar la retroalimentación que se da en el entorno social del niño. La pregunta es, ¿qué podemos hacer como padres?
El elefante en la habitación
No descubrimos nada nuevo al afirmar que ser padre en el siglo XXI no es nada fácil. No solo hay que lidiar con los referentes que el niño tiene en su círculo social. También hay que competir con figuras de autoridad que antes no existían, como los influencers que abundan en Instagram, TikTok, YouTube o Twitch.
Tener teléfono móvil o no tenerlo. Cuándo dárselo por primera vez. Acceder a redes sociales. Cuánto tiempo debería pasar con el ordenador o el smartphone. Consumir vídeos de YouTube o retransmisiones de Twitch, ¿sí o no? Jugar a ciertos videojuegos. ¿Prohibir la violencia? Estos son algunos de los retos con los que te has encontrado o te encontrarás en algún momento si tienes un niño a tu cargo. Pero a esta larga lista se unen los micropagos o microtransacciones.
Nos guste o no, tarde o temprano llegará la moda a casa. Puede ser una serie de TV, una película, un juego de cartas o cromos o un videojuego. Y si todos en el colegio juegan a ese juego, tarde o temprano él querrá jugarlo. Y si todos compran trajes, movimientos u otros extras virtuales de ese juego, él querrá hacerlo también. Así que recordando la metáfora del elefante en la habitación, queramos verlo o no, va a seguir ahí. Algo tendremos que hacer.
Aceptar o no los micropagos
La primera decisión que debemos tomar es si permitiremos que nuestro hijo o menor a cargo realice micropagos. Obviamente, ellos no tienen acceso a una tarjeta de crédito u otro método de pago. Así que, por defecto, no podrán hacer micropagos en el smartphone, ordenador o consola de videojuegos. Sin embargo, si juegan a determinados videojuegos, tarde o temprano nos pedirán realizar compras o micropagos en el juego.
Tenemos tres opciones. Prohibir los micropagos, configurar la tarjeta de crédito y darles permiso total u optar por las tarjetas regalo. Juegos como Fortnite permiten adquirir tarjetas regalo que se canjean por moneda virtual que servirá para realizar los micropagos. Las tarjetas tienen un valor determinado, como las tarjetas prepago. Al terminarse esa cantidad, no hay más. Este método de pago intermedio puede servir para racionar los micropagos.
Pero no debemos limitarnos a ello. Más allá de permitir o no a nuestro hijo que realice micropagos, es imprescindible acordar una cantidad máxima de gasto mensual. O dicho de otra manera, los micropagos pueden usarse para introducir a los menores en educación digital y financiera que, a lo largo de su vida, van a necesitar.
Explicar la diferencia entre dinero virtual y dinero real, poner en contexto y dar valor al esfuerzo necesario para obtener ese dinero real, aleccionar sobre el autocontrol y no dejarse llevar por las compras irracionales… Aspectos económicos con los que todos nos hemos encontrado y que deberíamos tratar con nuestros hijos más pronto que tarde en una sociedad consumista en todos sus ámbitos.
Limitaciones a los micropagos
Si hablamos de juegos en smartphones, los micropagos se pueden controlar fácilmente. Para empezar, si el dispositivo es de uso exclusivo por el menor, simplemente evitaremos configurar una tarjeta de crédito u otro método de pago.
Tanto Google Play como Apple Store, las tiendas de Android y iOS, ofrecen tarjetas regalo con valores determinados. Así podemos facilitar a nuestros hijos que compren juegos, aplicaciones u otros contenidos, como libros, canciones o películas.
Si el smartphone o tablet son de uso compartido, hay medidas de seguridad para evitar micropagos. Por ejemplo, solicitar contraseña con cada compra. En Android, esta opción está en Google Play Store > Menú > Ajustes > Pedir autenticación para realizar compras. En iPhone y iPad, deberás ir a Ajustes > Tiempo de uso > Restricciones > Restricciones de contenido. Allí encontrarás Compras en iTunes y App Store, donde podrás decidir si permites compras o no y qué limitaciones pones al respecto.
En consolas de videojuegos, como PlayStation, Xbox y Nintendo Switch, cada una tiene su propia tienda de aplicaciones y juegos. Sean o no de uso compartido, resulta inevitable asociar un método de pago, incluso para descargar aplicaciones gratuitas. Lo mejor es crear una cuenta para nosotros desde la que realizar las compras, y quitar esa responsabilidad a la cuenta o cuentas de usuario de tus hijos. Así no harán compras, accidentales o no.
La opción de pagos online
Otra opción es disponer en la familia de un servicio de pagos online, por ejemplo, a través de Movistar. De esta manera se controlan los pagos como si fuera una tarjeta. Una forma FÁCIL, CÓMODA Y SEGURA de realizar tus compras online y cargarlas en tu factura de móvil Movistar.