Empecemos por dos afirmaciones incontestables. La primera. Los teléfonos móviles no son un chupete. De la misma manera que un televisor no es una niñera. La segunda. Como cualquier tecnología u objeto cotidiano, los móviles o smartphones pueden usarse para un buen fin o para un mal uso. Partiendo de estas dos máximas, es inevitable que como padres, tarde o temprano nos enfrentemos a un dilema: móviles para niños. ¿Sí o no?
El portal de estadística Statista afirma que en 2021, casi el 69% de niños de 10 a 15 años tenía un teléfono móvil. Es decir, prácticamente 7 de cada 10. Una cifra que se ha mantenido más o menos estable entorno al 65% desde hace más de una década. Es decir, que si tienes un hijo de esa edad, es muy probable que tarde o temprano te pedirá un teléfono móvil. Así que como padre o tutor deberás plantearte si es una buena opción.
Es un debate sin fin. ¿Es bueno que niños y adolescentes posean un dispositivo electrónico que les permite comunicarse pero también grabar vídeo y audio, compartir ese contenido y/o acceder a Internet con total libertad? ¿Afectará a su rendimiento escolar? ¿Afectará a su vida social tenerlo? ¿Y no tenerlo? La última decisión la tienes tú, claro está. A continuación vamos a ver todas las opciones posibles y sus ventajas e inconvenientes.
Móviles para niños, ¿sí o no?
Volvamos al principio de este artículo. Empezaba diciendo que un teléfono móvil no es un chupete. Tampoco un sonajero. Vamos, que no es un aparato que debiéramos dar a un bebé por mucho que insista o aunque logremos calmarlo poniéndole un vídeo de YouTube. Hay cierto consenso entre pediatras de que tecnología como los smartphones no deberían estar en manos de niños de 0 a 2 años. Y que a edades entre 3 y 5 años, su uso debe estar restringido. Es decir, podemos ver juntos una película en el televisor, en la tablet o en el smartphone. Pero no darle a la tecnología el rango de apaciguador.
Hasta aquí el consenso. A los 9 o 10 años de edad es cuando se produce la gran petición. ¿Puedo tener un móvil? Todos lo tienen en clase. O están en proceso de tenerlo. Los especialistas coinciden en que a estas edades, el uso de teléfonos móviles debe ser limitado. Pero existe un debate abierto entre progenitores y expertos sobre si un niño de 10 años debería o no tener un teléfono.
A favor. Podemos contactar con él, y viceversa, si ocurre algo. Es una manera de facilitar la comunicación si está fuera de casa, ya sea en el colegio o en otro lugar donde practique actividades extraescolares. En contra. Pueden dedicarle a su teléfono móvil más tiempo del que quisiéramos. Dentro o fuera de clase. O estando en casa.
La mala noticia es que no hay una respuesta única. Pero sí podemos acotar la edad de su primer teléfono. Entre los 9 y los 11 años. Y en función de la madurez, independencia y actitud del menor. Y, obviamente, según su interés. Puede que solo tenga curiosidad o que quiera seguir la corriente del resto de su grupo de amigos. A partir de ahí, el uso que haga del mismo podemos controlarlo entre padres e hijos.
Qué tipo de móvil
Ya sabemos cómo afrontar el uso de los smartphones en función de la edad. Ahora toca afrontar el problema de la propiedad del móvil, algo que la mayoría de padres deben hacer frente entre los 9 y 11 años.
Mi hijo me pide un móvil. Todos lo tienen o están a punto de tenerlo. Es más, no es la única petición que seguramente nos haga a esa edad. Precisamente, en esos años se produce la transición entre la infancia y la adolescencia, una etapa de cambios, que se producen de forma caótica y a trompicones, y que todos hemos padecido. La búsqueda de la identidad, la adhesión al grupo o el enfrentamiento hacia la autoridad son algunas de las consecuencias de esta etapa que la Organización Mundial de la Salud acota entre los 10 y los 19 años.
Pero centrémonos en el móvil. ¿Qué tipo de móvil? Una solución sencilla para evitar problemas sería hacernos con un teléfono clásico, hoy llamados dumbphones. Sirven para llamar, recibir llamadas, enviar y recibir mensajes SMS. Nada más. Son muy baratos y si se pierden, es un mal menor. Sin embargo, es más que probable que el principal uso que hagan del teléfono sea comunicarse con sus amigos. Es decir, que inevitablemente deberá ser compatible con WhatsApp, Instagram, YouTube, Spotify y TikTok, entre otras aplicaciones.
Así que si no es posible el uso de un teléfono móvil clásico para niños, podemos elegir entre la variada gama de smartphones que hay en la actualidad. Hay muchos rangos en cuanto a precio y prestaciones. O dicho de otra forma. Un niño de 10 años no necesita un teléfono de 1.000 euros que puede grabar películas profesionales en calidad 4K. Esos teléfonos están pensados precisamente para profesionales. De los 100 a los 1.000 euros, hay varios rangos. ¿Lo quiere solo para comunicarse con sus amigos? ¿También a jugar con él? ¿Lo va a usar para consumir vídeo por streaming? Otro factor que no podemos controlar tanto es su preferencia por una marca en particular.
Qué aplicaciones instalar
Curiosamente, el miedo de muchos padres frente a los smartphones no es por ellos en sí mismos sino por las aplicaciones que se les pueden instalar. Aplicaciones que les dan acceso a contenido que puede o no ser apropiado para su edad. Aplicaciones que les permiten exponerse públicamente. Pero lejos de ser una amenaza, que también, podemos usarlo como una oportunidad.
Irremediablemente, en su edad adulta también a convivir con smartphones, aplicaciones y redes sociales. Cómo hayan convivido con ello en su etapa adolescente influirá en que sepan o no hacer un uso responsable. De ahí la importancia de explicarles a nuestros hijos los límites de Internet. ¿Cómo deben comportarse? ¿Qué amenazas pueden encontrar? ¿Cómo reaccionar al acoso y a los cibercriminales?
Más allá del componente lúdico y social, los smartphones son una herramienta que nos da acceso a toda clase de información. Como padres, es una buena oportunidad para educar a nuestros hijos de manera responsable y darles las pautas necesarias para que puedan diferenciar entre información veraz y fake news, cómo buscar información fiable, etc. Está claro que nuestros hijos querrán usar sus teléfonos lejos de nosotros, pero debemos encontrar algún momento en el que podamos intercambiar impresiones y realizar esa labor pedagógica que si no hacemos nosotros hará cualquier influencer de Internet.
Diálogo y negociación
Podemos decidir que nuestro hijo tenga o no teléfono móvil. Los móviles para niños son habituales. También podemos comprarle uno sólo para llamadas o un smartphone para acceder a redes sociales, jugar y divertirse. Podemos dárselo sin condiciones o acordar unas pautas, reglas y límites. Sea como fuere, el diálogo debe estar presente, sea cual sea nuestra decisión.
Encontrar la mejor solución para ambos, padres e hijos, no es fácil. Convencer a nuestros hijos de que nuestra decisión es la correcta menos todavía. En especial si hemos decidido ir contracorriente. En toda negociación, ambas partes deben perder para ganar ambos. Irremediablemente, vivimos un contexto en el que los smartphones están a la orden del día. Que nuestros hijos hagan un uso responsable, equilibrado y proporcionado depende en parte de nuestra labor como padres.
No debemos limitarnos en ser los facilitadores que les compran el último dispositivo de moda. También tenemos que enseñarles a usarlos. Una oportunidad de darles valores, pautas y ayudarles a lidiar con los problemas del día a día, físicos y virtuales. Disfrutar de las oportunidades que brinda la tecnología, quién sabe a qué se dedicarán profesionalmente en el futuro. Y también a hacer frente a los inconvenientes de Internet, que los hay. Como dije en el apartado anterior, si no lo hacemos nosotros, lo harán otros.
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