En nuestro vocabulario cotidiano, a menudo utilizamos como sinónimos estar ansioso y estar estresado. Si bien muchos de los síntomas están presentes en ambas categorías diagnósticas, en realidad son dos conceptos con un origen y funcionamiento muy diferente.
A continuación, veamos algunas de las diferencias entre ansiedad y estrés, cómo podemos identificarlas y cómo hemos de abordarlas.
Ansiedad y estrés: cómo se originan
La ansiedad es un indicador que activa nuestro sistema psicológico de que hay algo en nuestro planteamiento vital que no está funcionando como querríamos o como debería ser: un trabajo nada gratificante, una relación de pareja que no funciona, una elección que nos desagrada…
Es una reacción psicológica que a menudo aparece cuando silenciamos (consciente o inconscientemente) el mensaje de que tenemos que cambiar ciertos aspectos, o lo desatendemos y no hacemos nada a pesar de que nos demos cuenta de esa necesidad.
Sin embargo, muchas veces no entendemos qué hay detrás de la ansiedad. Esto ocurre porque hay toda una serie de creencias que hacen una especie de pantalla que nos bloquea la visibilidad.
Así pues, podríamos entender la ansiedad como la última forma que tiene nuestro sistema psicológico de que lo atendamos. “O me atiendes por las buenas o me tendrás que atender por las malas”.
En otro orden de cosas, el estrés es una reacción de agotamiento de nuestro sistema psicológico, que se produce por mantener demasiado tiempo un estado de hiperactivación para hacer frente a situaciones particularmente exigentes. Puede producirse o bien porque no tenemos suficiente tiempo para descansar y desactivar toda la tensión, o porque no tenemos suficientes recursos para afrontar la situación.
Utilizando una metáfora automovilística, sería como querer subir un puerto de montaña siempre en primera. Si bien la primera es una marcha que potencia con mucha fuerza hacia adelante, si la mantenemos demasiado, quemamos el motor. Así pues, por norma general es más fácil detectar el origen del estrés que el de la ansiedad.
Cuáles son las emociones principales de la ansiedad y el estrés
En la ansiedad la emoción fundamental es el miedo y, si no se aborda correctamente, va expandiéndose vertiginosamente por las diferentes áreas de la vida de la persona. Cuando está avanzado, se llega incluso al estado paradójico de miedo al miedo.
Existen diversos trastornos de ansiedad: trastorno de ansiedad generalizada, fobias, trastorno de ataque de pánico, agorafobia… en todos ellos el común denominador es esta emoción.
El estrés, en cambio, se rige fundamentalmente por la preocupación y la frustración, y el miedo suele ser más difuso o genérico.
Por otro lado, la ansiedad suele estar más enfocada al futuro, a todo lo negativo que puede llegar a ocurrir, puesto que se nutre de la anticipación de situaciones con un tono marcadamente negativo o catastrofista. Esto tiende a hacer que evitemos cada vez más situaciones, lo que a su vez aumenta aún más el miedo, y por tanto la ansiedad.
Contrariamente, el estrés acostumbra a estar más focalizado en el presente, puesto que lo inabordable de la situación está ocurriendo justo ahora y hay una sensación de que no podemos lidiar con las exigencias que nos impone.
Los desencadenantes y las repercusiones de la ansiedad y el estrés
Otra de las diferencias entre ansiedad y estrés tiene que ver con sus desencadenantes. Aunque no siempre es fácil distinguir entre factores externos e internos ya que suelen retroalimentarse mutuamente, el estrés suele estar provocado por factores externos, es decir, factores que escapan a nuestro control.
La ansiedad en cambio depende más de factores internos, pensamientos y emociones que provienen de la anticipación de la persona.
En lo que respecta a sus repercusiones, la ansiedad es tremendamente dura e invalidante, pero también altamente segura a nivel de salud física. En pleno ataque de pánico puede que tengamos la impresión de que vamos a morir de un accidente cardiovascular. En cambio, si nos hacen un electrocardiograma en ese momento sale perfecto.
No obstante, el estrés sí que puede tener implicaciones físicas más peligrosas ya que activa el sistema nervioso autónomo, el sistema inmunitario, el sistema cardiovascular, el eje hipotálamohipófiso-adrenal y el metabolismo. El estrés es una respuesta neuroinmunoendocrina, influida por factores biológicos, cognitivos, ambientales y de personalidad.
Por último, cabe destacar que el estrés suele desaparecer cuando desaparece la situación estresante, pero la ansiedad puede persistir más tiempo. Si los síntomas se mantienen, sería necesario consultar a un psicoterapeuta.
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