Hoy en día, es frecuente guardar documentos, fotografías o vídeos en lo que llamamos nube. El almacenamiento en la nube está tan integrado que en ocasiones no sabemos si tenemos algo guardado en el teléfono, en el ordenador o está hospedado en un servidor de Google Drive, Dropbox o Movistar Cloud. No importa, porque está en todas partes, siempre disponibles.
La nube ha sido una bendición para quienes trabajamos con distintos dispositivos. Se acabó el tener que trasladar archivos de un lugar a otro, hacer copias, llevar encima memorias USB, discos externos o tarjetas SD. El almacenamiento en la nube nos lo pone fácil para guardar contenido online y compartirlo con quien queramos.
Pero aunque estamos acostumbrados a ello, servicios como Dropbox, Google Drive o Movistar Cloud llevan poco entre nosotros. Sin embargo, todo va muy rápido en Internet y en cuanto adoptamos una nueva tecnología no recordamos cómo podíamos vivir sin ella.
Del formato físico al FTP
Los más veteranos recordarán las cintas y los disquetes. El formato físico era el único disponible para almacenar información y compartirla de un ordenador a otro. Disquetes de 8 o 5 pulgadas que almacenaban decenas o centenas de kilobytes al disquete de 3 y medio, que almacenaba 1’44 MB. Luego llegó el disco óptico o CD (700 MB), seguido del DVD (4’7 GB).
En paralelo, las memorias Flash consiguieron almacenar información en un dispositivo que cabía en la mano y podías conectar al ordenador por USB. Eso sin contar con las tarjetas SD, popularizadas por las cámaras de fotos y vídeo digitales, y los discos externos, hoy de 2 TB en adelante.
Pero el primer precursor del almacenamiento en la nube es el FTP. Un protocolo que nace en los años 70 del siglo pasado y que facilita la tarea de almacenar, compartir y obtener archivos entre ordenadores. Desde un servidor a un cliente. También contribuyó al desarrollo de la World Wide Web. Su popularidad sólo decayó con la llegada del almacenamiento en la nube. Hasta entonces, incluso había quien tenía su propio servidor FTP casero gracias a sistemas de almacenamiento NAS o con un simple ordenador conectado todo el día.
Hoy en día se sigue usando el protocolo FTP para acceder al contenido de otros ordenadores, a modo de nube privada. Sin embargo, hay alternativas como SSH, SCP, Samba o WebDAV que también permiten acceder a carpetas y archivos a distancia, a través de Internet.
CompuServe lo cambia todo en el almacenamiento en la nube
Lo que conocemos hoy como almacenamiento en la nube tiene relación con lo que llamamos cloud computing. Mientras que el almacenamiento online de archivos es una evolución del FTP en el que el usuario puede acceder cómodamente a sus archivos desde el navegador o desde aplicaciones dedicadas, el cloud computing supuso el salto de la informática a la nube. Es decir, acceder a software, hardware y archivos que está a kilómetros de distancia.
Al principio, la computación en la nube de finales del siglo XX se limitaba a hospedaje web. Es más, técnicamente nace en paralelo a Internet, cuando en los años 60 se crea la primera red de redes ARPANET. El caso es que con el paso de los años llegaron las aplicaciones web, los escritorios virtuales, bases de datos online y un largo etcétera que nos traslada a la actualidad. Hoy, por ejemplo, gracias a la nube podemos acceder a servidores e incluso a máquinas virtuales y equipos remotos.
Pero para los primeros internautas, el almacenamiento en la nube nace en 1983 con CompuServe. Sus clientes tenían acceso a Internet, a grupos de noticias y a un espacio en sus discos compartidos para llenar de archivos. Sin embargo, en aquel entonces pocos eran quienes tenían acceso a Internet.
No es hasta el siglo XXI que surgen servicios como SmugMug (2002) o Flickr (2004), especializados en imágenes. También Box (2005) o el más popular Dropbox (2007), que admitían todo tipo de archivos. Este último popularizó el almacenamiento en la nube para el público doméstico, ya que la mayoría de alternativas estaban enfocadas al usuario profesional. Como ejemplo, AWS S3 de Amazon (2006).
Con todo, los primeros servicios eran bastante rudimentarios, desde nuestra perspectiva. Todavía estaban por llegar los smartphones y las aplicaciones móviles. Al principio, acceder al servicio se limitaba a abrirlo en el navegador con interfaces muy próximas al FTP.
Google Drive revuelve el mercado
En tecnología e informática no importa tanto ser el primero sino hacerlo bien. Apple no inventó el teléfono móvil pero revolucionó el mercado del smartphone con su iPhone. Hoy todos los dispositivos móviles cuentan con una pantalla que cubre toda la parte frontal del mismo, algo que no era así antes del iPhone.
Otro ejemplo es lo que ocurrió con Google Drive, que en su origen se llamó Google Docs (2006). No fue el primero ni el único, pero con el tiempo desbancaría a Dropbox y similares. La idea inicial era disponer de un procesador de textos online, una alternativa a Microsoft Word para el navegador. Poco a poco fue incorporando más herramientas para crear hojas de cálculo, presentaciones, dibujos, formularios… Y en 2012, se renombró como Google Drive para convertirse en un servicio de almacenamiento en la nube.
Su éxito se debió a varias circunstancias. Primero, la posibilidad de crear documentos online. Segundo, su integración con Google, el buscador más popular del mercado. Y para enganchar al usuario, se desmarcó de la competencia ofreciendo espacio gratuito de 5 GB. En 2012 suponía mucho y acabó siendo un referente, la cantidad mínima gratuita. Hoy, la cifra ha subido a 15 GB.
A Google Drive le debemos que popularizase el almacenamiento en la nube entre el internauta medio. Hoy todo el mundo está familiarizado. Además, impulsó la creación de decenas de alternativas. Algunas de ellas especializadas en copias de seguridad, otras en imágenes o vídeo, etc. Por su parte, los primeros en llegar, como Dropbox o Box, tuvieron que evolucionar y adaptarse.
Movistar Cloud, almacenamiento en la nube
Aunque sus orígenes se encuentran en los años 60 y 70 del sigo pasado, hemos visto que el almacenamiento online como tal es más bien joven y nace a principios del siglo XXI ante la popularización de Internet y pioneros como Dropbox o Box. Pero en la red de redes todo va muy rápido.
En poco tiempo, proliferan decenas de servicios para hospedar tus archivos y acceder a ellos desde donde estés. La competencia hace que puedas elegir entre una versión gratuita u otra de pago con más espacio disponible.
Hoy, la práctica totalidad de servicios de almacenamiento online como Dropbox tienen una versión gratis que puedes mejorar mediante suscripción. Además, cuentan con aplicaciones móviles y de escritorio, sincronización automática, etc.
Entre los últimos grandes cambios que se han producido en el sector del almacenamiento online, destaca el concepto de almacenamiento ilimitado. Amazon, por ejemplo, ofrece esta opción para tus fotos y vídeos mediante Amazon Photos si eres cliente Prime, de pago. Google hizo algo similar con Google Fotos, si bien hace poco eliminó esta posibilidad.
Y es aquí donde entra Movistar Cloud, el almacenamiento online de Movistar para sus clientes de Fusión y Tarifa Móvil de contrato. Junto a características que se consideran imprescindibles, como acceso desde cualquier dispositivo, aplicaciones oficiales y la posibilidad de compartir el contenido, se desmarca de la competencia por el almacenamiento ilimitado.
Es decir, con Movistar Cloud puedes guardar fotos, vídeos y toda clase de archivos en la nube. Y acceder a ellos desde cualquier dispositivo conectado. Incluso desde tu televisor a través del Descodificador UHD en Movistar+.