Hoy en día estamos acostumbrados a pagar en los establecimientos con nuestro móvil. Pero hubo una época, no tan lejana, en la que pagar en establecimientos con tarjetas de crédito (ya ni hablamos de pagos NFC) era considerado ciencia ficción.
En la década de los 70, el número de tarjetas de crédito en circulación era todavía relativamente escaso y la mayoría de pagos se efectuaban con dinero efectivo. Las famosas pesetas. En ese momento, Telefónica lanzó el servicio de Datáfono para dar servicio a esos miles de establecimientos que necesitaban adaptarse a la nueva realidad.
¿Qué es un Datáfono?
El nombre datáfono, también llamado TPV (Terminal Punto Venta), se da al equipo que se instala en los establecimientos comerciales, empresas de servicios, bancos, hoteles, líneas aéreas… para que estos puedan realizar transacciones electrónicas con las tarjetas de crédito o débito de los bancos.
El datáfono, en resumen, se encarga de poner en conexión al comercio con el centro autorizador de la entidad financiera con la que trabaja el cliente pagador. Así, su objetivo es poder efectuar compras mediante una tarjeta de crédito o débito.
El antecedente del uso de estos equipos se remonta a los años 70. En la actualidad, estos terminales pueden ser también inalámbricos, estando su uso ampliamente extendido en todo tipo de establecimientos. Ya que agiliza las operaciones de venta y proporciona seguridad tanto a clientes como a prestadores de servicios.
Historia de las Tarjetas de Crédito en España
Las tarjetas de crédito se introdujeron en España hacia los 60 procedentes del extranjero.
En el año 1971, el banco lanzó en Bilbao la primera tarjeta de crédito tras una alianza con BankAmericard. Con esta se ofrecía la posibilidad de pagar sin tener que llevar encima dinero físico. Pero no fue hasta 1978 que este mismo banco emitió la primera tarjeta de crédito española, a nombre de Carlos Donis de León. Este banquero es reconocido por haber traído las tarjetas de crédito al país.
En aquella época para pagar en establecimientos y comercios se usaba la validadora manual, conocida popularmente como la bacaladera. El nombre venía por el ruido que hacía al imprimir los números en relieve sobre el formulario, similar al cortador de pescado de los ultramarinos. Esta es la razón por la que tantas tarjetas aún tienen grabados los datos del titular en relieve.
Así, cuando alguien quería pagar con tarjeta de crédito, el proceso era el siguiente:
- En primer lugar, se le pedía la tarjeta y se comprobaba que no fuese robada con el Boletín de Tarjetas Anuladas. Una publicación en la que se recogían todos los números de serie de tarjetas dadas de baja, extraviadas y robadas. O bien se podía llamar a un número de teléfono donde confirmaban la validez de esa tarjeta.
- Los comerciantes, después de esta comprobación, pasaban las tarjetas por las máquinas validadoras. La tarjeta se colocaba en el lugar indicado de la máquina, junto a una placa que ya estaba fijada con los datos del establecimiento. Encima se ponía un recibo con tres hojas de copia, donde se apuntaba todo lo que el cliente había comprado y el importe total.
- Tras firmar el cliente, el comerciante entregaba una copia al cliente, otra la mandaba al banco y la tercera se la quedaba el comercio. Por lo que el cargo en la cuenta no era tan inmediato como ahora. Podía tardar meses, dependiendo de cuando el establecimiento lo entregara al banco.
Posteriormente, se les añadió una banda magnética a las tarjetas de crédito, inaugurando la era de los pagos electrónicos. Ya que esta banda contenía toda la información necesaria para validar un pago de forma inmediata. Es decir, nombre del titular, número de la tarjeta, código de autorización y fecha de vencimiento de esta.
Los primeros terminales de pago electrónicos surgieron, justamente, por la necesidad de leer estas bandas magnéticas. Tras estos primeros años de crecimiento y consolidación, el uso de las tarjetas de crédito pasó a ser generalizado en nuestro país a lo largo de los 80.
El Datáfono de Telefónica
En esta época del siglo pasado, surge el servicio de datáfono de Telefónica, o terminal telefónico para transmisión de datos y voz. En origen, este era un terminal con múltiples funciones pensado para pequeños comercios y empresas.
La idea que lo convirtió en un servicio rupturista, fue incluir en el diseño un lector de tarjetas de banda magnética. Que por entonces era un dispositivo poco habitual. Esto transformó al datáfono en sinónimo de terminal de cobro electrónico.
El datafono desterró de las tiendas españolas los recibos manuales, con carboncillo, con los que se realizaba el pago con tarjeta de crédito.
El servicio se empezó a prestar a través de la red Iberpac. Esta se usaba para servicios adicionales de datos como el Teletex (servicio conmutado de comunicación entre terminales X.25) para textos, videotex para visualización de contenidos de una base de datos en el televisor doméstico. O el propio servicio datáfono para transacciones comerciales con tarjeta de crédito, etc.
La primera referencia al servicio datáfono la encontramos en el anuario de Telefónica de 1983. En el que se indica lo siguiente: «Telefónica sigue en su esfuerzo continuado por incorporar nuevos servicios, tratando de implantar los más avanzados que contribuyen a la progresiva informatización de la sociedad, destacando como más significativos: el Teletex, Facsimil, Videotex y el Datáfono del que se indica que se trata de un teléfono de datos que facilita la transferencia electrónica de fondos».
En el año 1984 ya se detectó una fuerte demanda del servicio, que superaba todos los pronósticos realizados con anterioridad. Quedando a finales de dicho año con 809 terminales en servicio y 1.960 peticiones en curso.
Primera demostración del Datáfono
El año siguiente, Telefónica llevó a cabo la primera demostración del «Datáfono» en el locutorio de Madrid-Colón. El Datáfono utilizado era un modelo de la serie Teide que incorporaba un lector de banda magnética y un módem de 600/1200 b.p.s. Que enviaba los datos a través de la Red Telefónica Básica.
A finales de 1986, el servicio de Datáfono contaba con más de 10.000 equipos instalados y se convertía en una de las redes más extensas de Europa. En 1987 se cambió la denominación del servicio y pasó a denominarse «Transferencia electrónica de Fondos». Con más de 183.000 terminales conectados en el año 1992.
Desde los años 80, los datáfonos o TPVs siguieron presentes en las vidas de los españoles. El servicio ha ido evolucionando a lo largo de los años hasta nuestra época. Como su adaptación para pagos inalámbricos NFC, TPVs móviles o adaptaciones de los mismos para la ONCE donde Telefónica ha seguido trabajando de manera continuada.
Es precisamente en el mundo de los pagos electrónicos donde se ha notado la tendencia de nuestra sociedad actual. Con un abandono creciente del pago con dinero en efectivo. Una tendencia en ascenso desde hace años, pero que se acentuó con la pandemia del COVID. Prueba de ello, es la continua reducción en el número de cajeros automáticos. También provocado por el aumento en el número de terminales de punto de venta (TPV).
¿Cómo funciona un datáfono?
Un datafono es un dispositivo instalado en un establecimiento comercial o tienda. Permite cobrar a sus clientes (por red telefónica, o IP vía GSM, GPRS, Wi-Fi, etc.) mediante tarjeta de crédito o débito.
Los datafonos, también llamados TPV, cuentan con un teclado, una pequeña impresora, un lector de la banda magnética de las tarjetas, un chip y un software para gestionar la operativa de venta y el protocolo de comunicaciones. Para efectuar estas operaciones de pago habitualmente se utiliza el servicio de transmisión de datos por vía telefónica.
La principal ventaja de un datáfono es la comodidad de pagar utilizando este sistema en el que la entidad financiera abona directamente el importe de las ventas que se hayan efectuado con tarjetas. Por otro lado, un datáfono nos confiere seguridad, ya que disminuye la cantidad de efectivo en el comercio y por ende, el riesgo de robos.