Cuando entramos en Internet, vamos dejando un rastro de lo que hemos hecho. No dejar rastro en Internet es posible, lo que se conoce como navegar de incógnito. Pero no es tan fácil como se ve en las películas. Internet está basado en tecnologías y estándares que dejan huella. Si no, no podrían funcionar correctamente.
En primer lugar, cuando navegas por Internet con tu navegador (Chrome, Edge, Firefox, Safari, Opera, Internet Explorer…), éste da cierta información a la página que estés visitando. Primero, la IP pública que identifica tu dispositivo en Internet. Cambia cada vez que conectas ese dispositivo a tu router y este te da acceso a la red de redes. Y a partir de la IP, se puede saber desde dónde te conectas. Al menos, la ciudad y el país. Además de cuál es tu proveedor de Internet. Por último, el propio navegador se identifica, identifica el sistema operativo que estás usando y la resolución de tu pantalla.
Esto tiene un porqué. La IP pública es necesaria para conectar tu dispositivo con los servidores que te permitirán mirar tu correo, enviar un mensaje de WhatsApp, ver vídeos en YouTube o subir tus fotos a Instagram. Las IP se reparten entre los proveedores, por lo que se puede saber qué IP es de tal proveedor. Como los números de teléfonos fijos, vaya. Cada paquete de números pertenece a un proveedor o a otro. Con las IP ocurre igual. En cuanto a los datos del navegador, son necesarios para que las páginas o aplicaciones web carguen correctamente.
Pero no hace falta ir tan lejos. Por la naturaleza de Internet, tu proveedor o ISP saben también cuál es tu IP, desde dónde te conectas, a qué direcciones IP te conectas, horas y días de conexión, qué servicios utilizas por los protocolos empleados (P2P, correo electrónico, páginas web, juego online…). Resulta inevitable porque tu ISP es quien te brinda el acceso a Internet.
Precauciones al navegar por Internet
Ahora que sabes que tu ISP o proveedor de Internet sabe cosas de ti, igual que sabe a qué números llamas, durante cuánto tiempo y cuándo iniciaste la llamada y la terminaste, y que tu navegador web da cierta información a las páginas que visitas, toca ir más allá. ¿Qué información estás dispuesto a dar a las páginas y aplicaciones que utilizas?
Por un lado está la información que damos nosotros directamente. Al acceder a tu banco, debes introducir un usuario y un código. En una tienda online, tarde o temprano introduces datos de pago. Para usar ciertas páginas o aplicaciones, debes registrarte. Y para ello debemos dar cierta información. Cuando hagamos esto, lo primero es hacerlo en páginas cifradas. Lo sabrás si el navegador muestra un icono de candado.
También conviene ser precavido. Para no dejar rastro en internet, conviene no dar según qué información personal así como así. Asegúrate que quien te la pide la necesita realmente, que es quien dice ser (accede a tu banco directamente y no a través de enlaces de mensajes), averigua si la tienda online en la que estás es de fiar o no, etc.
Cookies, scripts y otros rastreadores
Hay datos e información que damos nosotros directamente, pero la mayoría de datos que obtienen de nosotros es sin darnos cuenta. Son datos obtenidos con cookies, scripts y demás rastreadores que las páginas web introducen en nuestro dispositivo. En origen, esas tecnologías debían usarse para ofrecer un servicio personalizado. Por ejemplo, que la página te dé información adecuada a tu huso horario o a la moneda de tu país.
Pero es frecuente que las páginas web abusen de este tipo de archivos que el navegador descarga al acceder a esa página o sitio web. Además de cookies y scripts para el correcto funcionamiento de la página, los hay pensados para obtener datos estadísticos de las visitas. Hasta aquí es aceptable.
Pero hay unos terceros que envían datos a páginas de publicidad o que directamente se dedican a la recopilación y venta de datos. Por datos no me refiero a tu nombre, dirección o número de pasaporte, sino a otros datos tan o más importantes, como qué página visitaste antes y después de la página que utiliza esos rastreadores. Qué páginas visitas, durante cuánto tiempo e incluso qué búsquedas haces. ¿Hasta qué punto te importa o no que una página facilite esos datos a terceros para crear un perfil tuyo como consumidor o posible cliente de determinados servicios o productos?
Navegar de incógnito gracias a tu navegador
Llegados a este punto, conviene recordar que no estamos indefensos. Si te interesa tu privacidad en Internet y no quieres dejar rastro en Internet, tenemos varias herramientas a nuestro alcance. Para empezar, los navegadores web actuales cada vez se preocupan más por esto. Safari, por ejemplo, disponible en dispositivos Apple (Mac, iPhone, iPad) bloquea cookies, scripts y otros rastreadores que no cumplan una función directamente relacionada con la página que visitas. Así no pueden ver tu IP ni hacer un perfil sobre ti.
Navegadores como Firefox, Opera, Edge, Brave y otros también han ido incorporando este tipo de tecnologías. Una cosa es que entres en una página y veas publicidad o esa página obtenga datos de tu dispositivo para ofrecerte un buen servicio y otra muy distinta es extraer toda la información posible de tu dispositivo para venderla al mejor postor.
Y si hablamos de navegadores, conviene recordar que el modo incógnito del navegador da pie a confusión. El modo incógnito o modo privado de los navegadores, lo son para con tu dispositivo. Es decir, con ese modo activo, no se guarda en tu dispositivo el historial de navegación, las búsquedas o las descargas. Pero esto no afecta a las páginas que visitas. Estas siguen recopilando datos. El modo incógnito tiene un porqué, pero en ocasiones no lo usamos para lo que pensamos.
VPN, Tor y el anonimato online
Si buscas un nivel más alto de privacidad, más allá del bloqueo de cookies, scripts y demás rastreadores, en los últimos años se ha puesto de moda una herramienta pensada para acceder a Internet con un intermediario de por medio. Se conoce como VPN, acrónimo de Virtual Private Network, Red Privada Virtual. Los proveedores de servidores VPN permiten instalar sus aplicaciones en toda clase de dispositivos. Hoy en día, incluso en televisores.
Su propósito es que al acceder a Internet, todo el tráfico de la red que va de Internet a tu dispositivo pase a través de un servidor VPN que hace de intermediario. Así, los servidores de Internet a los que accedemos se quedan con la información de ese servidor VPN en vez de con los datos de tu dispositivo. Hoy abundan este tipo de servicios. En su momento, se enfocaban sobre todo a poder ver contenido online restringido en nuestro país. Pero en la actualidad se venden también como una herramienta de seguridad cuando accedemos a Internet en lugares públicos o simplemente no queremos dejar rastro en Internet. Los hay de pago y/o gratuitos. Algunos permiten elegir desde “dónde” fingiremos estar conectados. Otros asignan un servidor VPN al azar.
Y junto a los servicios VPN, otra tecnología que se ha popularizado en el ámbito de la privacidad es Tor. También es un acrónimo. En este caso de The Onion Router. Se trata de una tecnología libre y gratuita que hace algo parecido a lo que hacen los servidores VPN. Es decir, en vez de conectarnos directamente a Internet, tenemos varios intermediarios de por medio. De manera que si una página o servicio web quiere saber de tu dispositivo, obtendrá los datos del servidor que hace de intermediario.
Hace años era algo complicado usar Tor para navegar de incógnito. Pero hoy es muy fácil. Por un lado, con su navegador oficial, Tor Browser. Está basado en Firefox y se conecta automáticamente a la red Tor para ofrecer privacidad. Además, hay navegadores web que integran Tor, como Brave u Opera. Ambos se pueden usar normalmente y, en determinados momentos, abrir una nueva ventana Tor para navegar sin dejar rastro.