Llega el coche conectado. Entre los muchos cambios que está experimentando la automoción en los últimos años, la integración de Internet con los vehículos es uno de los más prometedores. En parte, el smartphone ha traído Internet a los automóviles, dotándolos de servicios como geolocalización, mapas, previsión meteorológica o llamadas con manos libres. Pero esto es sólo el principio.
El coche conectado o vehículo conectado va más allá de colocar tu teléfono inteligente en tu automóvil. Si bien este primer paso cada vez está más extendido. A medio plazo se trata de que el propio coche sea el que acceda a Internet, comparta datos e información, y como consecuencia, obtengamos beneficios durante la conducción en forma de avisos y alertas.
Para que un automóvil pueda considerarse vehículo conectado o coche conectado debe tener acceso a Internet. Para ello, la principal vía de conexión es en la actual el propio teléfono móvil, que tiene acceso a Internet mediante tecnología 4G y 5G.
Movistar Car, tu coche conectado al instante
Otra alternativa es el uso de dispositivos como el que ofrece Movistar Car. Se conecta fácilmente al puerto OBD del vehículo, convirtiéndolo en coche conectado ofreciendo, y entre otros servicios adicionales, ofrece 20 GB/mes de datos a través de WiFi a la que puede conectarse cualquier dispositivo como el propio teléfono móvil.
Entre sus ventajas, el dispositivo de Movistar Car se controla directamente desde su app oficial para iPhone y Android. Además de dar acceso a Internet vía WiFi, también incluye servicios complementarios como Movistar Car SOS en caso de accidente y geolocalización en tiempo real.
Qué es el coche conectado, pasado y presente
El concepto de coche conectado ha cambiado con los años. O mejor dicho, ha evolucionado a la par que la tecnología que le daba su nombre. Desde los primeros teléfonos integrados en los automóviles, similares a una estación portátil de radiotransmisión y que se popularizaron en los años 80, a las sintonizadoras de radio que hoy cualquier vehículo trae de serie pero que en los primeros años se tenía que instalar por separado.
Y qué decir de los ordenadores empotrados en el automóvil, también surgidos en los años 80 del siglo pasado. Un avance que emplean unidades policiales en varios países por su alto coste para el conductor medio y que en la actualidad empieza a ser algo natural: añadir una pantalla en el vehículo para dar acceso a servicios relacionados con Internet.
El coche conectado lleva entre nosotros varias décadas. Pero el concepto como tal ha empezado a usarse regularmente en los últimos años gracias al uso de Internet para obtener datos de tráfico, realizar llamadas o reproducir música durante la conducción.
El futuro del coche conectado pasa por facilitar la comunicación entre vehículos. Gracias a tecnologías incipientes como V2C, V2V y V2X, acrónimos de Vehicle to Car, Vehicle to Vehicle y, finalmente, Vehicle to Everything. Esta última tecnología, empleando conexiones inalámbricas a gran velocidad como las que ofrecen el 5G y tecnologías venideras, permitirá que toda la red viaria esté conectada. Así facilitará el intercambio de datos en tiempo real para facilitar la conducción segura y responsable.
El vehículo conectado frente al coche inteligente
Cuando hablamos de dispositivos inteligentes, en ocasiones cometemos el error de confundir su posibilidad de conectarse a Internet con su supuesta inteligencia. En el sentido de realizar tareas de manera autónoma. Es algo en lo que caemos consumidores y fabricantes.
En el sector del automóvil, junto al coche conectado empezamos a toparnos con otra revolución, la del coche inteligente. La diferencia es simple. El vehículo inteligente es capaz de tomar decisiones por su cuenta, de manera automática. Esto afecta a su funcionamiento, analizando que todo esté en buen estado. También a la asistencia durante la conducción y, en su versión más sofisticada, la conducción autónoma.
En parte, ambas tecnologías parten del uso de Internet para la obtención de datos e información. Tanto el coche conectado como el coche inteligente necesitan esa información. Obtenida mediante conexiones inalámbricas a dispositivos externos o internos como cámaras o sensores. O datos facilitados por aplicaciones o servicios varios, como el tráfico o la meteorología.
Pero donde radica su diferencia es en el papel del conductor y en cómo interactúa con su vehículo. En el coche conectado, el conductor tiene siempre el control. Y en el coche inteligente, gran parte de las decisiones las toma el propio automóvil. Gestionando él mismo la información proporcionada. Eso sin tener en cuenta la última barrera del automóvil inteligente, la conducción autónoma, a la que todavía le queda algo de maduración.
Así, comparando ambas tecnologías frente a frente, en el coche conectado el conductor sigue siendo el eje central. Eso sí, obteniendo más información para facilitar su toma de decisiones. En el vehículo inteligente, en cambio, algunas de las decisiones son tomadas por el automóvil, dándole al conductor un papel menos relevante.
Las ventajas del coche conectado
Entre las ventajas del vehículo conectado frente al inteligente, destaca en primer lugar la mayor facilidad para dotar a cualquier automóvil de esta tecnología. En el caso de los vehículos inteligentes, lo son de fábrica. Algo que se nota también en su precio final.
En cuanto al coche conectado como tal, con un simple smartphone o dispositivos conectados adicionales como el que ofrece Movistar Car podemos convertir en vehículo conectado cualquier automóvil corriente. Entre sus muchas posibilidades de serie, destacan la localización GPS, asistencia en carretera, acceder a Internet desde cualquier dispositivo dentro del propio vehículo, encontrar un taller, una gasolinera o un área de descanso…
Es más, el coche conectado es algo con lo que podemos trabajar desde hoy, algo tangible. El vehículo inteligente, en cambio, empieza a dar sus primeros pasos y todavía cuesta encontrar automóviles considerados como tal. Eso sin contar con su precio, todavía prohibitivo para la mayoría de bolsillos. Y que no siempre compensa si comparamos sus características actuales.
Más allá de la complejidad de una u otra tecnología, el coche conectado mantiene el control en manos del conductor. Mientras que el automóvil inteligente abre un camino hacia un papel más pasivo por parte del conductor y la toma de decisiones por parte del vehículo.